RINCÓN POÉTICO


A SANTA ÁGUEDA BENDITA.

De Rodrigo Vilches.
Año 1936.

Al ver tu imagen tan bella,
de amor y castidad tanta,
tu sacrificio me encanta,
heroica y pura doncella;
y cual la mágica estrella
que al espacio torna sola,
de tus virtudes la aureola
llena de luz los “arcanos”,
llegando hasta tus hermanos
el cáliz de tu corona.

Hoy a tu festividad acuden
los que aquí te adoran,
los que tu cariño imploran,
los que te aman de verdad;
tanta fue tu virginidad,
tan grande fue tu heroísmo,
que en un pensamiento mismo,
hoy los míseros mortales,
mil ágapes fraternales
te cantan con altruismo.

Honor a tu brillante historia,
a tu martirio profundo,
a tu pureza en el mundo,
a tu justicia notoria;
nadie alcanzó tu victoria,
tu amor a Cristo, venció
y, cuando el Señor ya vio
el resplandor de tu estela,
al pueblo de Sorihuela
a darle luz te mandó.



A SU ÁGUEDA BENDITA.

De José Fernández González.
Desde San Silvestre de Guzmán (Huelva).

Es una rosa morena
tu cara dulce Señora,
por el aire acariciada
con tanta delicadeza.
Que más que caricia sea
una oración que te reza,
al pasar sobrecogido
Águeda por tu belleza.

Bella joven siciliana,
andaluza y jaenera,
que entre las villas hermanas
escogiste a Sorihuela,
cuando la fe musulmana
que dominaba sus sierras,
bajo su luna pagana
hacía rugir la guerra.

La sombra del mejor árbol
cristianas huestes cobija,
las abandera Fernando
y el Cielo se regocija.
Águeda que está rezando
tiene su mirada fija
porque gane el Rey Cristiano
y la Cruz por fin se erija.

Caen los moros derrotados
por Fernando y sus milicias
y del Cielo viene dada
la mejor de las albricias.
En adelante invocada
contra males e injusticias,
será Águeda ensalzada
en este Reino y provincia.

En este santo lugar
altar será levantado,
a la Santa que conocen
como de pechos cortados.
Jamás se habrá de olvidar
su favor aquí otorgado
y a su amparo se verán
otros milagros obrados.

Con los siglos Noble Villa,
vendrán muchos preguntando:
¿dónde está esa maravilla
que a tantos ha cautivado?
Esa Virgen sin mancilla,
ese jazmín nacarado
y que entre olivos sencilla
su trono tiene ganado.

No ha de tardar un segundo
quien con gran orgullo pueda
decir al resto del mundo
que es nacido en Sorihuela.
Que para amar tan profundo
nunca halló mejor escuela,
que la Casa del Señor
en la que a Ella se venera.

Que en el Santo Reino tiene
su terruño y Corte Chica
y cada febrero viene
para contarle sus cuitas.
Sus quejas y sus anhelos
a sus plantas deposita
y con la frente hacia el suelo
le va llorando en silencio
A SU ÁGUEDA BENDITA.




AIRE DE FEBRERO.


De Nacho Mora Domínguez.
Desde Fuentidueña de Tajo (Madrid)
12 de enero de 2014.



Sintiendo el aire serrano
que acaricia tu rostro sereno,
en los primeros días de Febrero
recuerdan mi amor más temprano.

En mí, siempre fue clavada,
esa azucena tan pura,
de alma blanca, cual luna,
fuerte como una daga.

Nunca te alejarás de mi lado,
acompañándome en el camino
y amparándome tú mi destino,
¡por ti me siento amado!

Y cayendo en mí, tu consuelo,
como en tu víspera, cae hielo,
siempre alentándome a seguir
y borrando todos mis desvelos.

Estarás Águeda amada,
de Sorihuela, al frente,
en los corazones presente,
y de hogares abogada.

¡Viva Santa Águeda Bendita!





DÉCIMAS A SANTA ÁGUEDA

De Teresa Jiménez.

El ancho mar es pequeño
comparado a tu pureza
al candor de tu belleza
a tener con Vos un sueño.
El amor a Dios tu dueño
nos ayuda a recordar
que en el centro del altar
donde tiene su Sagrario
estás tú con un rosario
que nos invita a rezar.

Puedo servirte Señora
lo que más ferviente quieras,
tengo dos enredaderas
que sin ninguna demora
elijas la mejor hora
para trepar a tu lado,
harán tan bien el recado
retornando bendecidas
alegres y divertidas
por el don que les has dado.

El Sol abre la ventana
haciendo la reverencia
ante la grata presencia
de Águeda Soberana.
Ella, lista, siempre gana
¡poderosa fortaleza!,
jamás usa la pereza
lanza su divinidad
abre la inmensa piedad
da su luz con entereza.

¡Gracias! Águeda divina.
El milagro, lo consigo
yo siempre, estoy contigo
siendo tu fiel golondrina.
Ejerzo de peregrina
cabalgo y surco mares
voy a remotos lugares
en sueños, claro, ¡mi vida!
Esta misión divertida
vivirá en tus altares.

Mis manos ya temblorosas
quieren rendirte honores,
el mayor ramo de flores
lo llevan dos mariposas,
tan dulces y cariñosas
que, al verlas, las premiarás,
dones les otorgarás
en tu perfume envueltos.
Águeda: sus sentimientos
limpios, los protegerás.

Palabras de caramelo
de chocolate y turrón,
empleo en la oración
para llegar a tu Cielo.
Me queda grato consuelo
al ver tu mano cogiendo
el dulce que sonriendo
te ofrece mi honradez,
que marchando a la vejez
la niñez sigue luciendo.

Una fiesta de colores
y de sol resplandeciente
con espuma de la fuente
fruto de los surtidores,
son los instantes mejores
proclaman, tu realeza,
eres Santa Fortaleza
haciendo de Sorihuela
un pueblo miel y canela
con tu dulzor de cereza.

Vueltas al mundo daría
si Águeda lo pidiera,
aunque solica me fuera
Ella, sabe que tendría
la más tierna compañía
por ser valiente, cristiana.
Un Ave María sana
sembraré en tal paseo.
Al regreso ya me veo
repicando su campana.

Siempre que voy a rezarte
me lavo bien con jabón
las manos y el corazón
por si me dejan besarte.
Acaricio el estandarte
que irradia sol y fascina
es tu sonrisa divina
y bellísima tu cara.
Mi corazón se dispara
penetrando en tu vitrina.

Una de las maravillas
que Dios me ha concedido
es, haberte conocido
tras las décimas sencillas
inspiradas por semillas
sembradas en el amor.
Tú les vas dando color
con infinita dulzura.
¡Divina acupuntura
manantial de tu valor!

Hay en tu mirada clara
rayos de sol que fascina
es tu sonrisa divina
y bellísima tu cara.
Tu sencillez nos ampara
¿por qué soy yo temerosa?,
¡siendo tú la mariposa
transportando mi deseo!
Águeda, en ti yo creo
vivo tu fe milagrosa.

Brinda conmigo Señora
en la fiesta más Divina
que a Vos Águeda destina
Sorihuela soñadora.
Es tu fiel Emperadora
que te aclama y suplica,
fuertemente nos salpica
su valor inmaculado
que se verá coronado
si la campana repica.